Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.
Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 15 de junio del 2024.
Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín
Durante las últimas décadas, la sociedad se ha sentido más cómoda con el concepto de fracaso, quizá porque la industria tecnológica ha subrayado que a menudo es un paso necesario en el proceso del éxito. Si bien la sociedad en general ha llegado a entender esto, los artistas sin duda saben que es verdad desde que se embarcaron por primera vez en el viaje de crear arte. Es raro que una persona tome un lápiz, un pincel, una cámara o alguna otra cosa del estilo y cree algo hermoso, innovador y poderoso en su primer intento. Por el contrario, todos estamos desarrollando nuestras habilidades y mejorando nuestro trabajo continuamente; es un esfuerzo interminable.
Y aun así, aunque sabemos que el fracaso es inevitable y esencial, los artistas no suelen ventilar sus fracasos públicamente. Una excepción regional notable es Christopher Blay, actual curador del Museo de Cultura Afroamericana de Houston, antiguo editor de noticias en Glasstire y artista siempre activo. En los últimos años, Blay, quien según todos los indicios es un artista exitoso con muestras a lo largo de Texas, ha estado publicando sus correos electrónicos de rechazo en las redes sociales. La primera vez que apareció una de estas publicaciones en mi feed, me sorprendí un poco, tanto de que estuviera recibiendo rechazos como de que los estuviera compartiendo. Es entrañable ver que él, como todos nosotros, se enfrenta a un montón de noes, y es alentador ver que no lo desaniman.
De manera similar, en la inauguración de Soy de Tejas: A Statewide Survey of Latinx Art [Soy de Tejas: un panorama del arte latinx en todo el estado] en el Arts Fort Worth, me asombré al encontrarme hablando con el grabador Ben Muñoz sobre cómo malogró su primera beca importante. Pero, a medida que la historia se desarrollaba, apareció una luz al final del túnel. Aunque cometió grandes errores en el camino, al final el proyecto de esa beca impulsó su carrera. A continuación, Muñoz generosamente ha dejado constancia de su historia.
Jessica Fuentes (JF): ¿Cuál era la beca que solicitaste y qué esperabas hacer con los fondos?
Ben Muñoz (BM): Fue esta beca que ya no existe, y espero que no sea por mi culpa. Era del Centro de las Artes de Corpus Christi, que es de donde soy. El Centro tiene este muro en el lado oeste del edificio; pasa mucho tráfico por ahí, así que recibe mucha publicidad. Mayra Zamora es una artista muy popular en Corpus, ella es Corpus hasta la médula, y fue la primera artista en recibir la beca para llenar este muro.
El proyecto constó de siete paneles de dos metros y medio de alto por un metro de ancho. Los artistas los pintaron y el Centro los instaló en los espacios dentro de los arcos integrados en el edificio. Mayra lo entendió, lo hizo muy bien, y luego el Centro dijo: “Este fue un gran proyecto, busquemos a otro artista para repetirlo”. Entonces anunciaron una convocatoria abierta y como Mayra fue la primera seleccionada y los pintó, todos estos otros pintores se acercaron a presentar sus solicitudes.
Yo vivía en Corpus y enseñaba grabado en el Centro de las Artes, así que estaba ahí todo el tiempo. Y como estaba ahí todo el tiempo, supe que querían algo diferente. Me di cuenta de que los paneles que colocaron eran de madera y pensé: “Apuesto que podría tallarlos en lugar de pintarlos, y apuesto a que esa idea por sí sola resaltaría para ellos”.
JF: ¿Cuál fue el monto de la beca?
BM: ¡Ni siquiera era tan grande! No quiero equivocarme, pero diría que unos 3000 dólares.
JF: ¿Te sentías seguro de que podrías conseguirlo?
BM: En ese momento, tenía poco más de veinte años, era un niño, y las personas que solicitan esta beca son muralistas consagrados, personas que saben lo que están haciendo. Yo nunca había tallado algo tan grande en mi vida, y mucho menos siete de ellos. No tenía ni un centavo y era joven y necesitaba el dinero. Y pensé: “Puedo tallarlos”. Además, ten en cuenta que hay un tiempo de entrega de dos meses para eso, ¡dos meses! Eso es factible para un pintor, claro, ¡pero tallar siete paneles de dos metros y medio de alto por uno de ancho en dos meses es imposible!
JF: ¿Cuánto tiempo crees que te tomaría tallar ahora exactamente lo que tallaste en aquel entonces?
BM: Yo diría seis meses.
JF: ¿Y en esa época cuánto tiempo te llevó en realidad?
BM: Más de dos años.
JF: Guau. Bien. Entonces, volvamos a esa época… Enviaste tu solicitud, ¿y qué pasó?
BM: Les encantó, inmediatamente. Tuvieron una reunión de concejo en la que estaban revisando la solicitud, y a la directora, Dios la bendiga, Diana Bluntzer, le encanté. Diana era proBen. Va a la reunión de la junta, apoyándome, y la junta, naturalmente, se resiste, porque no les encanté. No me conocían y decían: “¿Quieres que le demos esta beca y toda esta responsabilidad a este muchachito? Mira su currículum. No hay currículum. No hay nada. No puedes darle este dinero. No puedes confiarle este trabajo”.
Humildemente, siempre he tenido la habilidad de ser bueno hablando y de ser muy convincente y algo encantador. La cosa iba muy mal y Diana me mandó un mensaje de texto mientras se llevaba a cabo la reunión del concejo. Me dijo: “Vente ya para acá y defiéndete”.
Tenía poco más de veinte años, era impulsivo, y pensé: “¡Pues voy!”. Y fui a esta reunión del concejo. No sabía quiénes eran esas personas. Simplemente entré y dije: “Dice Diana que tienen algunas preguntas”.
Y me estaban interrogando sobre un montón de cosas, y yo estoy respondiendo las preguntas, o estoy inventando cosas, con confianza, de acá para allá con ellos. Quiero decir, era una batalla y nuestras armas eran la lengua inglesa, y los golpes iban de un lado para otro. Finalmente, dejaron de lanzar estos golpes verbales y parecía que todos estaban satisfechos. Yo era tan arrogante y tan tonto que me aferré con otra persona y dije: “¿Vi que levantaste la mano?”. Y los convencí de que me dieran la beca en contra de su mejor criterio porque incluso entonces dijeron: “Esta es una mala idea, va a desperdiciar el dinero, no podrá hacer esto”.
JF: Entonces, ¿qué pasó? ¿Qué tan rápido salió mal?
BM: Me dieron la beca, me compraron los suministros que necesitaba y contraté a un montón de mis amigos. Me gasté el dinero y, por supuesto, lo gasté mal y rápido. No terminé a tiempo. Se me pasó el plazo. Se me siguieron pasando los plazos. Por un largo tiempo.
JF: Originalmente se suponía que estaría listo en dos meses. ¿Cómo se extendió a dos años?
BM: El primer plazo era de dos meses. Llegaron los dos meses y todavía no había terminado ni un panel. Estaba a mitad de camino y se me acabaron los recursos y no podía pagarles a mis amigos.
JF: Espera. ¿Exactamente qué estaban haciendo tus amigos? ¿Para qué los habías contratado?
BM: Me estaban ayudando a tallar. Vinieron porque era un proyecto enorme… Yo estaba dibujando y ellos iban detrás de mí tallando la textura.
Ya deberíamos haber terminado, pero, bueno, siempre llegábamos tarde, nos salíamos a almorzar, simplemente estábamos ahí tonteando. Éramos unos niños, la mayoría de nosotros todavía éramos estudiantes. Venían después de clase, así que nuestro tiempo de trabajo era limitado. Combina eso con el hecho de que yo no sabía lo que estaba haciendo. No había tallado algo tan grande jamás en mi vida.
Hice todo un dibujo, y estaba tan mal preparado para lo que estaba haciendo que no me di cuenta de que un dibujo de dos metros y medio se distorsiona, claro que se distorsiona. Lo dibujé acostado y se veía perfecto. Después lo puse de pie y dije “Ay, toda esta cosa está mal”. Tuve que borrar y redibujar todo otra vez. Un dibujo de dos metros y medio. Hubo tantos momentos de aprendizaje como ese que me desquiciaron.
Así que pasaron dos meses y la directora me dijo: “No vas a lograrlo”. Y yo dije: “No, no lo lograré”. Y ella dijo: “Te daré dos meses más”.
Pasaron dos meses más y terminé un panel. Luego me dio seis meses. No pude hacerlo. Se me seguían pasando los plazos y llegó un momento en el que mi esposa y yo decidimos mudarnos a Dallas; habíamos tenido a nuestra primera hija y mi esposa tiene familia en Dallas, el mercado de arte era más grande y yo como que ya había crecido tanto como podría en Corpus.
JF: ¿Cómo afectó la mudanza al proyecto?
BM: Tuve que ir y decir: “Me mudo. No he terminado, pero quiero terminarlo”. La directora, que me había defendido frente a todas estas personas y que probablemente había tenido que responder preguntas cada vez que tenían reuniones del concejo, dijo: “Pues bueno, múdate. Deja los bloques aquí y te los llevaré a Dallas”.
Así que me mudé a Dallas y como dos meses después ella me trajo los bloques, los entregó en mi estudio y comencé a trabajar en ellos de nuevo.
JF: Y, ahora en Dallas, ¿cómo se hizo el proyecto?BM: Pasó otro año y todavía no estaban terminados. Quizá otros tres paneles estaban terminados. No trabajaba en ellos todos los días porque mentalmente estaba molido, exhausto. En ocasiones sólo los ponía de cara a la pared, no los tocaba durante una semana y después los volteaba y seguía trabajando en ellos.
Llegó un punto en el que de vez en cuando ella llamaba y preguntaba: “¿Cómo va?”. Yo decía: “Todavía no están listos”. Y ella: “Dos meses más”. Y todavía no. “Dos meses más”. Con el tiempo llegó un momento en el que me llamó y me dijo con firmeza: “Entonces, cuando me traigas acá los bloques terminados el mes que entra…”. Y eso fue como: “Bueno, esa es la verdadera fecha límite”.
Hice un taller de grabado en el Centro Cultural Oak Cliff y otro artista de Dallas, Braulio Lazon-Conde, entró por casualidad y talló un bloque por primera vez. Lo disfruté mucho y comenzamos a hablar y me preguntó: “¿Me enseñarías grabado?”. Y le dije: “En realidad no tengo tiempo para eso… Pero te digo algo, justo ahora necesito mucha ayuda con este proyecto que estoy haciendo. Te enseñaré a tallar gratis si vienes y me ayudas a terminar estos bloques”.
Braulio venía al estudio todos los días que no tenía trabajo para ayudarme a terminar. Le invitaba el almuerzo y venía su novia Paloma; ella era grabadora. Me ayudaron a llevar estos bloques hasta el límite. Los terminé. Los llevé al Festival Arts Alive del Centro de las Artes e imprimimos algunos de ellos con una aplanadora sólo por diversión. Parte del acuerdo de esta beca era que ellos serían dueños de los bloques y yo me quedaría con las impresiones.
JF: ¿Cómo fue el proceso de impresión?BM: Al principio, ordenamos rollos muy grandes de papel porque una de las metas de este proyecto, de esta beca, era que ayudara a impulsar la carrera de un artista. El Centro de las Artes existe para dar poder a los artistas, entonces quieren que hagas algo grande y grandioso. Parte de eso fue que querían que imprimiera en el Centro de Grabado Contemporáneo Flatbed en Austin porque Flatbed tiene un legado de grabado muy consolidado entre artistas como James Surls, Julie Speed y Luis Jiménez. Ahí es donde querían que fuera. Compraron papel para imprimirlo en una prensa y llamaron a Katherine Brimberry, y ella no sabía quién era yo, ¿y por qué habría de saberlo? Entonces no quería coeditarlo. Quería cobrarnos y eran como 18 000 USD. Entonces Diana Bluntzer dijo: “No hay forma de que te demos más dinero porque ya incumpliste estas cosas. No te daremos más dinero. Vas a tener que imprimirlas a mano”.
En realidad, ni siquiera podía hacer eso porque el papel que compramos era muy grueso porque era para imprenta. Y ahora tenía que resolver todo esto porque necesitaba esas impresiones. Entonces regresé a Dallas y empecé a hablarle a todo mundo. El grabado es muy comunitario, todos se ayudan unos a otros. Le hablé a Matt Bagley de Iron Frog Press, él fabrica unos barenes de vidrio (una herramienta que utilizan los grabadores para aplicar presión al papel que se pone sobre una superficie entintada), y le dije: “Matt, tengo este proyecto grande, tengo que imprimir un montón de cosas a mano”. Cada uno de esos barenes cuesta como 200 USD, y yo no tenía dinero para eso. Le pregunté si podía prestármelos y lo etiquetaría en todo lo que publicara en redes sociales. En aquel momento, yo había estado publicando todo el viaje de los bloques y había ganado muchos seguidores en Instagram que decían: “¿Qué está haciendo este loco con esos bloques gigantes?”. Y entonces Matt donó todos los barenes.
Luego fui a Paper Arts. Terri Thoman tenía unos rodillos de tinta grandes. Le conté mi situación… y me dejó tomar prestados dos rodillos. Lo puse todo en la parte trasera de mi coche y ahora tenía que manejar hasta Corpus e imprimir estos bloques a mano. Miden dos metros y medio de alto por uno de ancho… Es imposible imprimirlos uno mismo. Se necesitan mínimo unas cuatro personas para sacar estas impresiones, incluso para manipular el papel. Y en realidad, deberías tener más de cuatro. Deberías tener personas con las manos limpias y personas con las manos sucias.
No hay nadie en fila para ayudarme. Estoy manejando hasta allá con los materiales y eso es todo. Hice una publicación en Instagram: “Hola, chicos, muchas gracias por seguir mi viaje haciendo estos bloques. De verdad lo aprecio. Estoy manejando de Dallas a Corpus Christi en este momento. Estaré allí toda esta semana imprimiendo estos bloques. Si alguien tiene tiempo, por favor venga al Centro de las Artes para ayudarme a imprimir. No tengo dinero, pero yo pongo la pizza y pasaremos el rato”. Solamente lo publiqué y pensé que esperaría a ver si alguien aparecía.
La única persona que se había ofrecido a ayudarme la mayoría de los días era Ben Sorrell, estudiamos arte juntos. La comunidad de grabadores es tan increíble. Literalmente todos los días alguien simplemente aparecía, sin previo aviso. Decían: “¡Vimos esto en Instagram!”.
Tuvimos dos estudiantes de la Universidad de Texas de El Valle del Río Grande que manejaron dos horas sólo para llegar. Dijeron: “Oye, vimos tus publicaciones en Instagram. ¡Vinimos a ayudar!”. Imprimieron tantas horas como pudieron y luego se subieron a su coche y se fueron.
Tuvimos estudiantes de la Universidad de Texas A&M Corpus Christi y Del Mar. Tuvimos personas de todas partes que aparecían todos los días. Tuve amigos en Instagram que vinieron que ni siquiera son grabadores. Preguntaban: “Oye, ¿puedo hacer algo?”. Me ayudaron a imprimirlos.
Imprimimos tres por día y nos tomaba tres horas sacar uno, por lo que empezábamos muy temprano y terminábamos muy tarde. Hicimos toda la edición. Podríamos haber impreso más si yo hubiese tenido más tiempo. Pero no lo tuve y no podía mover la mano después. Recuerdo que mi mano quedó destrozada sólo de agarrar y aplicar presión todos los días. Fue una locura, pero pudimos hacer las impresiones y eso literalmente hizo lo que ellos (el Centro de las Artes de Corpus Christi) querían que hiciera. De verdad impulsó mi carrera, por más tonto que parezca. Todavía recibo solicitudes para exponer ese cuerpo de trabajo, The Endless Endeavor [El esfuerzo interminable]. De hecho lo voy a retirar después de Soy de Tejas porque tengo mucho trabajo nuevo que quiero mostrar, pero ese cuerpo de trabajo ha hecho mucho por mí. La primera vez que tuve representación de una galería fue gracias a esas piezas. Terminé logrando imprimir en Flatbed debido a esas piezas.
JF: Entonces, aunque no cumpliste los plazos y gastaste el dinero en los primeros meses, ¿la beca fue transformadora?BM: Son tantas las oportunidades que me dio esa beca de Corpus. Las becas son importantes, específicamente para artistas como yo, artistas que no tienen familias adineradas y que no pueden pagar la universidad. Necesitamos esas conexiones. Necesitamos esos avances de alguna manera porque no tenemos el lujo de obtenerlos a través de la universidad. Cosas así son dramáticas. Incluso con talento, a veces es imposible seguir el camino tradicional. Las becas y los programas como ese pueden impulsar tu carrera cuando simplemente no tienes dinero para ir a RISD o Yale. Tienes el talento y podrías entrar (yo entré a RISD), pero no puedes costearlo.
JF: ¿Qué pasó con los bloques?
BM: Los instalaron. Estuvieron montados durante años porque cortaron el programa después de que los entregué.
JF: Bueno, tenían que hacer valer su dinero… Te tomó años terminar los paneles, así que tuvieron que mostrarlos durante años.
BM: De ninguna manera se trata de hablar mal de ellos, pero lo que apesta es que los bloques eran de MDF (tablero de fibra de densidad media). Corpus es una ciudad costera, tienen temporada de huracanes, y el MDF se hincha si se moja. Así que esos bloques, tristemente, después de años, literalmente se pudrieron en el muro y ahora están completamente destruidos. No quedó nada de ellos. Pero quizá también eso sea parte del ciclo. Siempre estuvieron pensados para estar afuera, no para durar por siempre.
Conoce más de The Endless Endeavor de Ben Muñoz en el sitio web del Centro de las Artes de Corpus Christi.
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